No lo escuchaba desde hacía 17 años cuando viajó a Italia como uno de los tantos inmigrantes en busca de un mejor bienestar. Sabía de él por sus hermanas “Esta muy bien”-me decían y hoy día después de mucho tiempo me llamó a las 7 de la mañana. ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría escucharlo! Conversamos por una hora tan alegremente recordando nuestros tiempos de infancia y adolescencia cuando nuestra diversión era el campo, el río y el mar, allá por los años 70. Hace 17 años se fue a Europa en busca de un mejor porvenir desesperado por la crisis que se vivía en el Perú. Reímos como antes recordando graciosas anécdotas, preguntó por todos los muchachos de la collera, muchachos de 50 años.Recordamos cuando a nuestros 14 años íbamos a “robar” frutas a las chacras en Monsefú, nos introducíamos con mucho cuidado de no dejar huellas para que no nos “quemen el rastro” , las reuniones en el campo para Viernes Santo, las “chigüelitas” en el parque de Monsefú durante la Feria patronal del pueblo para encontraros con las chiquillas, la “alcagüetería de las novenas” (así decían las abuelas) porque eran pretexto para que los enamorados se encontraran, las “chupas” en El Hueco y donde “La Manonga”, los “cariñitos” y tantos otros recuerdos que han dejado huella indestructible en nuestra memoria. Reímos y carcajeamos por una hora.
Al final, después de una carcajada y antes de despedirse hubo un silencio extraño, sentí que se le quebró la voz y me dijo: ¿Sabes desde donde te estoy llamando? … Desde el hospital, estoy internado y me han detectado cáncer….¡Estoy jodido Chito ! ¡Si ya no te vuelvo a llamar es que estoy muerto! Silencio…silencio…silencio… ¡Adios! me dijo y colgó. Yo continué en silencio con un nudo en la garganta. Colgué y me fui a trabajar, su adiós aún hacía eco en mis oidos.